*Accesit del I Premio de Relatos Breves del Foro de Yoescribo.com

- Había una vez un príncipe valiente que vivía en un castillo encantado…
- Jo, abuela, los príncipes no existen- saltó Helena con su gesto de sabelotodo de cuarto curso.
La abuela le miró con una sonrisa en los ojos, arropó con ternura a la niña y le dio un beso en la frente.
- Está bien. Está bien. Te contaré otro cuento entonces.
“Había una vez un niño que se llamaba Manuel. Manuel había nacido en Carabanchel alto, poco antes de que su madre fuese encarcelada por traficar con drogas. Su madre nunca quiso verle, porque deseaba para su hijo algo mejor que lo que ella tenía. Por eso, Manuel fue entregado en adopción. A Manuel, ninguna familia le quería, no era rubito ni con ojos azules, sino más bien con rasgos agitanados y unos ojos tan insondables que daba miedo a los futuros padres. Como había nacido de pie, su estatura no correspondía a su edad, y su peso era escaso. Nadie podía sospechar que su madre era una drogadicta y su padre había muerto de sida poco después de crearle. Su secreto, estaba celosamente guardado por una monja del orfanato. Ella miraba por las noches antes de irse a dormir, los ojillos tristes que apenas comprendían, que no lograban adivinar que su futuro era carne de cañón. Y la hermana Maria se acercaba en silencio cada noche a su cama, y mientras le acariciaba los remolinos de pelo negro le explicaba historias de píncipes valientes…”
- Abuela…
La abuela, se llevó un dedo a los labios indicándole que callara, que era su turno y al fin y al cabo, era ella la que había insistido en que le contara un cuento.
- “La hermana María amó a aquel niño abandonado de la mano de dios, como si fuese su propio hijo. Intentó que estudiara y aprendiese de letras, pero Manuel tenía además un cierto retardo mental, que le impedía fijar su atención más de diez segundos en algo. Cuando los psicólogos lo descubrieron se dieron cuenta de que Manuel, nunca tendría una familia como todos los demás, que estaba condenado paras siempre al silencio y a pasar inadvertido a ojos de todos. Manuel murió, de sida como su padre y con la mano de la hermana María apretando la suya. Sólo tenía cinco años, y nunca tuvo la oportunidad de tener una vida como todos los demás, de crecer, estudiar, enamorarse y ver a sus propios hijos crecer, nunca tuvo la oportunidad de ser feliz. La hermana María lloró durante muchos días como no lo había hecho nunca, y comprendió que ningún dios podía ser tan cruel como para privar de todo eso a un niño tan pequeño e indefenso. “ Helena apenas comprendía lo que le decía su abuela, frunció el ceño, mientras las arrugas sonreían en un rostro ajado, con dos ojillos chispeantes, hundidos en las cuencas de la edad. Durante un momento vaciló, desvió la vista por las paredes, llenas de cuadros de santos, de la habitación de su abuela. Y se detuvo en el Sagrado Corazón, que le pareció menos brillante que otras veces. Le pareció que derramaba una lágrima. Sí, era una lágrima pintada con purpurina por su creador. Entonces volvió los ojos hacia su abuela que le esperaba anhelante:
- Y ahora dime, ¿qué cuento prefieres?
© CHARO BOLIVAR / agost -2006
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3 comentaris:
Hola Charo. Primer de tot, dir-te que ja he vist l'article aquell del teatre que m'has publicat...
I després felicitar-te per aquest conte que va guanyar l'accéssit. No l'havia llegit abans (potser ens ho vas dir, potser ens el vas passar i tot... però no l'havia llegit). Felicitats. És un bon conte, i a més, m'agrada molt quan deixes la fantasia i expliques coses més reals, encara que sigui amb toc de màgia. Te'n surts molt bé.
Per cert, digues-li també a l'Aran que segueixi escrivint, i escrivint, i escrivint... M'ha fet molt feliç veure que escriu així de bé als seus "pocs" anys. Aquest nano és un artista (no sé com, però ha de trobar el camí per expresar-se... amb música, dibuix, escriptura). Que no ho deixi, sigui pel que sigui, sinó tard o d'hora li sabrà greu haver-ho deixat.
Un petó a tots dos.
Muy linda tu historia, Charo. Estoy encantada de deambular por este Café Literario.
Un beso
Gracias por leerme, Mari Carmen. Este lugar, siempre estará abierto y con un cafe calentito y un relato para que puedas pasear por él.
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