Alguien los es todo a la vez


Me detengo ante un paisaje cotidiano y absurdo. Una playa vacía de invierno. Vacía de gente, de risas, vacía, al fin y al cabo, de ruidos.

El cielo y el mar son tan azules que hacen daño a los ojos. El reflejo del sol dibuja matices oscuros, turquesa, celeste y añil. Las tímidas nubes que motean el horizonte lo hacen avergonzadas de romper la coherencia del azul, y a veces, se mutan en espuma blanca sobre las olas. La ausencia de pájaros es extraña, siempre hay gaviotas que vuelan sobre el mar, sin embargo el día de hoy se muestra sereno sin su presencia.

Mirar ese mar me resulta relajante, me invita a continuar; a despojarme de todas las capas de insensibilidad, a sumergirme en los entresijos de sus gotas y descubrir algo oculto. Me desnudo en la playa, hace frío per la brisa gélida se me antoja música. Me llena de azul, de brisa y de sol, me llena al fin y al cabo de esperanza.

Es deifícil dejarlo todo atrás y volver a comenzar, es casi imosible. Siempre queda algo. Siempre te viene un recuerdo en un sueño, cuando más abatido estás. Y entonces los inconveninetes de la memoria te tocan hondo y te desplazan en el espacio y en el tiempo. Aquella mirada amarga, aquella sonrisa ingenua, aquellas noches sin dormir y sin parar de hablar. Eso es lo que hay que dejar atrás para volver a nacer.

Per en realidad es tan fácil como sumergirse en el mar, colmarte de agua y de luz y escuchar las pequeñas burbujas de aire que tu propio cuerpo desplaza. También son música que te acarici ala piel. El tacto frío del agua te despierta de todos tus sueños pasados y te invita a dejarlos atras. Y te dice en un susurro: ¡déjalos irse! ¡Vendrán nuevos, no lo dudes!

Charo Bolívar - marzo 2009

Alfonsina y el mar

Por la blanda arena que lame el mar
su pequeña huella no vuelve más,
un sendero solo de pena y silencio llegó
hasta el agua profunda.
Un sendero solo de penas mudas llegó
hasta la espuma.

Sabe Dios qué angustia te acompañó
qué dolores viejos, calló tu voz
para recostarte arrullada en el canto
de las caracolas marinas.
La canción que canta en el fondo oscuro del mar
la caracola.

Te vas Alfonsina con tu soledad,
¿qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
te requiebra el alma y la está llevando
y te vas hacia allá como en sueños,
dormida, Alfonsina, vestida de mar.


Cinco sirenitas te llevarán
por caminos de algas y de coral
y fosforescentes caballos marinos harán
una ronda a tu lado.
Y los habitantes del agua van a jugar
pronto a tu lado.

Bájame la lámpara un poco más,
déjame que duerma nodriza en paz
y si llama él no le digas que estoy
dile que Alfonsina no vuelve.
Y si llama él no le digas nunca que estoy,
di que me he ido.

Félix Luna - Ariel Ramírez

CHARO BOLIVAR 2009

3 comentaris:

ana ha dit...

Desde luego un baño así tiene que ser liberador, un renacer nuevo en una día de invierno soleado.

Precioso el relato y precioso el poema que le acompaña.

Un besito.

Anónimo ha dit...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

Anónimo ha dit...

No es malo recomenzar asida a algo del pasado, especialmente si fue particularmente reparador, o que nos servirà para no cometer los mismos errores...

Preciosa tu prosa poètica, y maravilloso el verso que nos traes, de tantos recuerdos y ayeres..